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Síntesis conceptual: Conflictos ambientales

Los conflictos ambientales son un objeto de investigación y de enseñanza relativamente reciente. La definición del concepto se ha ido nutriendo de aportes de diversas disciplinas y campos de las ciencias sociales. Este desarrollo teórico está en plena sintonía con su multiplicación en el mundo.
 
Desde mediados del siglo pasado la preocupación ambiental fue en aumento. Desde una mirada que inicialmente puede centrarse en una preocupación ecológica, se comenzaron a conformar discursos contrahegemónicos que centran el cuestionamiento a los problemas ambientales desde un enfoque ético-político. En este sentido, se comenzó a hablar de crisis ambiental como una crisis sistémica que se vincula a la racionalidad moderna y la idea de progreso indefinido que alumbró la forma dominante de producir y consumir en el mundo en el marco de las relaciones capitalistas.
 
Los conflictos ambientales aparecen como fracturas en el modelo neoliberal que implican un manejo extractivista y/o privatizador de los recursos naturales junto con la flexibilidad en controles, regulaciones y costos ambientales en favor de los agentes privados. Cuando una actividad es percibida por las comunidades como una amenaza, y dichas comunidades comienzan a desarrollar acciones en defensa de su forma de vida se va gestando un conflicto ambiental.
 
El desarrollo de una dinámica de oposición explicita entre distintos actores es lo que permite diferenciar un conflicto ambiental de una problemática ambiental. La problemática ambiental también incluye causas y consecuencias sociales, múltiples actores con diferentes roles e intereses y una diferenciación en los modos en que cada actor es afectado por la problemática. No obstante, la problemática no se traslada al espacio público a través de acciones colectivas de la comunidad de afectados. Por ello se puede afirmar que toda problemática ambiental encierra un conflicto ambiental que puede desencadenarse o no.
 
Los conflictos ambientales son un tipo de conflicto social que se organiza en torno a una temática ambiental. Siguiendo a Gudynas (2016:86) los conflictos ambientales se definen como “dinámica de oposiciones, que resultan de diferentes valoraciones, percepciones o significados sobre acciones o circunstancias vinculadas con la sociedad y el ambiente, que discurre como un proceso que se expresa en acciones colectivas, donde los actores en oposición interaccionan
entre sí en ámbitos públicos”.  Por su parte, Merlinsky (2013) puntualiza que los focos de disputa tienen que ver con las tensiones en las formas de apropiación, producción, distribución y gestión de los recursos naturales en cada comunidad.

Cada conflicto ambiental articula al menos tres actores sociales: el colectivo de la comunidad local (que puede adoptar diferentes formas organizativas y que es socialmente heterogéneo), la entidad privada o pública que lleva adelante un emprendimiento o actividad cuestionada y el Estado en sus distintos niveles. Entre estos actores, une vez que el conflicto ambiental está inscripto en el espacio público, se establecen controversias sociotécnicas, entendidas como las discrepancias que se establecen a partir del intercambio de argumentos entre los expertos, actores ligados a la tecnociencia, y actores sociales, que a partir de diferentes recorridos construyen un conocimiento contraexperto.
 
Por otra parte, como resultado de las diferentes valoraciones y significados que se ponen de manifiesto – y muchas veces se construyen- en la dinámica del conflicto, se crean nuevos lenguajes que expresan dichas miradas. Martinez Allier (2004) denominó estas formas de expresión como lenguajes de valoración. Lenguajes como “el agua vale más que el oro” - provenientes de los conflictos ambientales del modelo minero- o “las plantaciones no son bosques”- que emergen de las luchas contra las plantaciones forestales – funcionan como una suerte de slogan pero que articulan sentidos y valores opuestos a la racionalidad dominante y que colocan el eje en el valor intrínseco de bienes comunes para el desarrollo de la vida, sosteniéndolo por fuera de la lógica de mercado.
 
Un aspecto relevante acerca del análisis de los conflictos ambientales se presenta al responder para qué estudiar estos fenómenos. A partir de los aportes realizados por el geógrafo Melé (2014) sobre los conflictos urbanos y por la socióloga y Doctora en Geografía Merlinsky (2013) sobre los conflictos ambientales, es posible puntualizar que el mayor interés se centra en el análisis de sus efectos – y no así en su resolución-, pensando en estas situaciones como controversias propias de la dinámica social y que constituyen instancias de transformación social. Desde esta perspectiva se analizan las productividades de los conflictos ambientales, es decir, las resonancias sociales, territoriales, jurídicas e institucionales que se producen a partir del desarrollo de los conflictos, y que pueden ser tanto de signo positivo como negativo. Dentro de estos aspectos productivos se encuentra la transformación de las concepciones y marcos cognitivos de la comunidad local, y que, en consecuencia, tiene implicancias en las formas de interpretar y participar en otros fenómenos de la vida social.
 
 
Bibliografía  (los textos citados están disponibles para su descarga y consulta)
 
Gudynas, E. (2014) “Conflictos y extractivismos: conceptos, contenidos y dinámicas”. Decurso, Revista en Ciencias Sociales. CESU, Universidad Mayor San Simón, Cochabamba. 27-28: 79-115.

Martinez Alier, J. (2005) Los conflictos ecológicos-distributivos y los indicadores de sustentabilidad. Rebelión, www.rebelion.org, Ecología social.

Merlinsky, G. (2013) (Comp.) Cartografía del conflicto ambiental en Argentina. Ciccus. Buenos Aires

Melé, P. 2016. ¿Que producen los conflictos urbanos? Francisco Carrion; Jaime Erazo. El derecho a la ciudad en América Latina, Visiones desde la política, PUEC-UNAM, International development research center, IDRC/CRDI, pp.127-157.