La acepción de ambiente varía entre diferentes disciplinas científicas e inclusive entre distintas perspectivas teóricas de una misma disciplina, pero también, en la vida cotidiana circulan múltiples acepciones. Desde una perspectiva sociocrítica, el ambiente es una construcción social desarrollada en el marco de un proceso histórico de valoración de las bases naturales de un determinado lugar.
Es frecuente observar un uso ambiguo o indistinto entre el concepto de ambiente y el de naturaleza. Sergio Federovisky (2011) ubica el surgimiento del ambiente en el Renacimiento, marcado por la transformación desde una concepción “observacionista” de la naturaleza hacia una racionalidad instrumental, caracterizada por la voluntaria y deliberada transformación de la naturaleza en función de las necesidades sociales. La idea de la naturaleza como algo a someter y dominar, subyace a las transformaciones sociales que en su permanente avance dieron lugar a la construcción de los diversos ambientes.
El siguiente pasaje de Milton Santos sobre la transformación de la naturaleza nos permite pensar el ambiente: “…la naturaleza registra, incorpora la acción del hombre, y adquiere de él diferentes rasgos, que corresponden a los rasgos del respectivo momento histórico.” Y agrega “…para el grupo social que la confronta, la naturaleza deja de ser algo que apenas funciona según leyes naturales, y se transforma en un gran conjunto de objetos, de los cuales el hombre escoge algunos que aprende a utilizar. Esos objetos son, para el grupo, la naturaleza útil, un subsistema del sistema natural total o su subsistema eficaz. Ese subsistema es aún naturaleza, pero también es social, porque ha sido deliberadamente escogido por el hombre”. (1996: 62-86). En esta línea de pensamiento podemos pensar el ambiente como una segunda naturaleza que conjuga un conjunto de elementos con diferentes grados de artificialización y que está en permanente transformación.
La definición académica de ambiente que quizás tenga mayor alcance es aquella que lo define como la interacción entre la sociedad y la naturaleza proveniente de la Ecología. No obstante, como cuestiona Federovisky (2011) el alcance de las transformaciones generadas hasta la actualidad, impide pensar en una interacción en la que tanto sociedad como naturaleza sean dos fuerzas con la capacidad de alterarse una a otra en una permanente tensión; más bien estamos frente a un modelo de desarrollo hegemónico en el que las bases naturales son sometidas a la racionalidad económica. La pretensión de dominio de la naturaleza que surgió con la racionalidad moderna y que la concibe como una canasta de recursos inagotable continúa siendo dominante y se materializa en diferentes formas de apropiación desigual que son la base de diversos problemas ambientales.
Afirmar que los ambientes son socialmente construidos implica reconocer la complejidad de la relación sociedad-naturaleza y las distintas formas de valorización y apropiación de las bases naturales a través del tiempo. Cada momento histórico lleva asociado un modelo productivo, una organización social y, en correspondencia, una forma específica de relación con la naturaleza que va construyendo y reconstruyendo los ambientes en un proceso histórico en donde es posible identificar rupturas y continuidades. Como indica Castro Herrera (2015) “El ambiente es el producto -previsto o imprevisto- de las interacciones entre sistemas naturales y sistemas sociales a lo largo del tiempo. Esas interacciones ocurren a partir de procesos de trabajo organizados con arreglo a propósitos socialmente determinados. Así, cada sociedad produce un ambiente que le es característico, en cuanto expresa las relaciones sociales y las aspiraciones culturales que han normado su producción”.
Esta definición de ambiente como concepto científico permite abordar la complejidad ambiental pasada y presente, distinguir los procesos, actores, racionalidades y relaciones de poder que se entrelazan en los ambientes y que son poderosas herramientas para comprender el origen y devenir de las características ambientales, como así también el surgimiento de problemáticas y conflictos. Sin embargo, el ambiente también es una representación social, es decir, los sujetos interpretan y actúan en el ambiente de formas diferentes vinculadas a características psicológicas, sociales y culturales. En línea con este enfoque, acordamos con Caride y Meira (2001) al decir que “el ambiente es percibido como un constructo social mediado por filtros culturales y representaciones simbólicas que están ideológica y políticamente condicionadas y que, en algunas de sus formas, ejercen un papel decisivo en los modos de interpretar la vida cotidiana o de desarrollar conocimiento científico.” Tomar en consideración las representaciones sociales que influyen en la lectura y toma de posición sobre los procesos ambientales es un aspecto crucial para comprender las formas de actuar y decidir de los actores sociales frente a problemáticas y conflictos ambientales en la actualidad.
Bibliografía (los textos citados están disponibles para su descarga y consulta)
Caride, J.A. y P.A. Meira (2001) Educación ambiental y desarrollo humano. Barcelona: Ariel Educación.
Castro Herrera, G. “Veritas filia temporis: Del óptimo ambiental como categoría política” en: Firmas Selectas. https://firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&authorID=121&articleID=41&SEO=castro-herrera-guillermo-nils-veritas-filia-temporis-del-optimo-ambiental-como-categoria-politica (11 de agosto del 2015).
Federovisky, S. (2011) Historia del Medio Ambiente. Buenos Aires: Capital Intelectual.
Santos, M. (1996) Metamorfosis del espacio habitado. Barcelona: Oikos Tau.