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Síntesis conceptual: Transformaciones recientes en los espacios rurales

A partir de la segunda mitad del siglo XX comenzaron a producirse importantes transformaciones en los espacios rurales. En la década de 1960  éstas estuvieron vinculadas a innovaciones tecnológicas, pero hacia la década de 1990, a los cambios tecnológicos se sumaron nuevas formas de producir, nuevos agentes y funciones novedosas. Dichos cambios han generado en el ámbito académico la necesidad de debatir y repensar sobre la idea de espacio rural.
Repensar el espacio rural nos invita a cuestionar aspectos que incluso hoy en día permanecen en el imaginario social, reconocidos como identitarios y constitutivos del mismo. Así es como el espacio rural remite aún a una serie de ideas que en el marco de la globalización actual y de los procesos neoliberales de las últimas cuatro décadas, podemos reconocerlas como cuestionables.

En primer lugar, podemos discutir la idea de homogeneidad que se asocia con el espacio rural. En palabras de Claudia Barros (1999), la idea de homogeneidad y cohesión al interior del espacio rural se ha visto modificada en la medida que los procesos constitutivos de este se vinculan con las áreas urbanas contiguas. Otro de los aspectos a repensar es la tradicional dicotomía que se construyó históricamente entre “el campo y la ciudad”, el espacio urbano y el espacio rural. De esta manera, la conceptualización del espacio rural se constituía a partir de aquello que representaba como lo “no urbano”. Esta idea se sostenía desde aspectos tanto positivos como negativos. Entre los primeros podemos identificar el paisaje anhelado, la tranquilidad de la vida rural, condiciones ambientales más saludables, entre otros. En el caso de los segundos destacamos los siguientes: el atraso cultural, lo salvaje y peligroso, y la falta de avance tecnológico.

Así también, podemos reconocer definiciones enmarcadas en las políticas estatales sobre los espacios rurales basadas en criterios cuantitativos y/o funcionales de los mismos. De esta manera, tenemos tres categorías que se centran en el tamaño de la población, la densidad de población, y las actividades económicas preponderantes (Cominis y Moreno, 2012)  Para la primera categoría,  el caso de Argentina es un claro ejemplo donde los espacios que cuentan con hasta 2000 habitantes se consideran rurales. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) utiliza el segundo criterio, son rurales aquellos distritos donde la densidad de poblacion es inferior a los 150 habitantes por kilómetro cuadrado. En tercer lugar, el criterio vinculado a la actividad económica considera que son distritos rurales aquellos con un determinado porcentaje de habitantes relacionados a actividades primarias; por ejemplo Holanda considera que además de tener una población inferior a 2 mil habitantes, una área rural debe alcanzar al menos el 20% de su PEA dedicada a actividades primarias.

Ahora bien, en el afán de revisión del concepto de espacio rural encontramos pertinente referirnos a las palabras de Zenobi y Lara (2009: 15) quienes dicen que “…los espacios rurales y urbanos son construcciones sociales y productos históricos. Materializan el tiempo transcurrido y muestran sus huellas. Estos espacios son constitutivos de los espacios geográficos. De las interrelaciones producidas entre ellos y hacia el interior de cada uno, surgen nuevas configuraciones territoriales.”

La dinámica inherente al proceso de globalización en el marco del modelo económico neoliberal se ha manifestado en el ámbito rural a partir de una serie de transformaciones. Entre estas encontramos el crecimiento de los espacios rururbanizados. Los mismos se caracterizan por la llegada de nueva población conformada por familias jóvenes de clase media, el repoblamiento rural de migrantes urbanos (como jubilados, o migrantes estacionales que establecen viviendas de segunda residencia), la proliferación de nuevos servicios, la sustitución de la población en áreas rurales más remotas por el arribo de especialistas, comerciantes y empleados de actividades tales como turismo y construcción, y la pervivencia de áreas con actividades agrarias aún de importancia y muy rentables.

En este marco de transformaciones, los espacios rurales presentan el descenso del número de unidades productivas, sumado a que las que perduran lo hacen sobre la base de incorporación de tecnología, esto genera un menor requerimiento de mano de obra y por lo tanto un continuo proceso de despoblamiento rural (Barros, 1999).

En este contexto de transformaciones rurales se acuña el concepto de neorruralidad. En palabras de Zenobi y Lara (2009: 20) “… el concepto de neorruralidad se presenta principalmente para referenciar a las actividades que atienden, además de cuestiones económicas, a la inclusión de prácticas que intentan promover un desarrollo sostenible. En este sentido, se orienta al uso de los espacios rurales como escenarios de goce y contemplación, motivo que los convierten en espacios de atracción turística. Esta actividad no tradicional en el ámbito rural coexiste en las últimas décadas con los usos tradicionales como son las actividades primarias: la agricultura, la ganadería, la actividad forestal, la pesca y minería. Además de incluir al turismo rural, las actividades neorrurales incluyen entre otras, actividades vinculadas a los procesos de desarrollo de urbanizaciones cerradas, segundas residencias de características similares a las denominadas casas-quintas, residencias experimentales que se caracterizan por poseer viviendas y actividades de producción de alimentos sustentables desarrolladas de forma comunitaria, y residencias de artesanos que han elegido establecerse fuera del ámbito urbano para llevar a cabo la construcción y comercialización de sus productos.
 
Bibliografía (los textos citados están disponibles para su descarga y consulta)

Barros, C. (1999) “De rural a rururbano: transformaciones territoriales y construcción de lugares al sudoeste del área metropolitana de Buenos Aires”, Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Nº 45. http://www.ub.edu/geocrit/sn-45-52.htm

Comíns J. y Moreno D. (2012), “La delimitación del ámbito rural: una cuestión clave en los programas de desarrollo rural”, en Revista de Estudios Geográficos Vol. LXXIII, 273, pp. 599-624

Zenobi, V. y Lara, M. (2009), “Geografía. Viejos y nuevos conceptos para el estudio de espacios rurales”, en Aportes para la enseñanza. Nivel Medio, Ministerio de Educación, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.